lunes, 1 de diciembre de 2014

Sospechosos no habituales
Pablo J. Fierro C.


"Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—
el pueblo al aplaudirle le decía:
'Eres el mas gracioso de la tierra
y el más feliz...'
Y el cómico reía.".

Reír llorando. Juan de Dios Peza.

El santo grial de la credibilidad política; la joyita de plata que los protagonistas consuetudinarios de la pantalla y el discurso, deberían proteger con el mayor celo posible, se me antoja en estos momentos, el quizás un tanto anacrónico término, “autoridad moral”. Por "anacrónico" traduzco en desuso; fuera de onda, pero, la práctica.

Es lo que siempre exaltamos en personas como Renny Ottolina quien nunca promocionó, a saber, un producto de cuya excelente calidad él no estuviera convencido; apretaba un tubo de pasta Colgate en uno de sus dedos, y ‘se la comía’ frente a las cámaras: “Señores, qué delicia!”; y “el público reía”; la credibilidad, nuestro relajante “Garrick”.

En tiempos de Gómez, nos relató Andrés Eloy Blanco, la autoridad leía un periódico con el nombre hacia abajo y por supuesto, las letras y artículos al revés; hoy las cosas no nos lucen a ratos, tan diferentes, cuando un enardecido Maduro -afirma un medio virtual- vocifera, amparado en quién sabe qué interpretación de la Constitución, que el periodista Alberto Federico Ravell “es una basura”; nosotros acudimos a los párrafos donde se garantizan los derechos humanos de los ciudadanos, y no alcanzamos a discernir qué fue lo que no entendimos de “Artículo 21: 1.- No se permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o aquellas que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento goce o ejercicio de los derechos y libertades de toda persona.”, entre otros. ¿Está la autoridad aquí “leyendo como le da la gana”, a lo Gómez (lo cual pudiera estar ofreciendo razones a María Corina Machado como refuerzo a su denuncia de "dictadura"), o es necesario tener la jerarquía cognoscitiva en Carta Magna de un Henry Ramos Allup, para poder tener al respecto una exégesis más depurada, y en consecuencia un conocimiento exacto del detalle jurídico? Me pregunto qué argumentos tiene el Señor Presidente de la República para referirse en ese tono y circunstancias a un ciudadano venezolano, que no amerite el uso de los canales regulares, del "debido proceso", sino que por el contrario, se acuda a una vía por medio de la cual, entiendo yo, no se está agraviando sólo a Ravell, sino, como dice la canción de “Viva la gente”, al policía, al cartero, y al peluquero…”.

El caldo de cultivo para que ocurran explosiones sociales como las que nos catapultaron al proceso político en el que estamos inmersos, gracias quizás al recordado Juramento del Samán de Güere “, es, por lo que mi escueta lógica deduce, la pérdida de autoridad moral de los dirigentes que impulsan en un momento dado ciertos movimientos populares. La Generación del 28 delineó una magia fulgurante para quienes padecían la sucesión de dictaduras donde nuestros ancestros acumularon poesía dolorosa, que luego nos contaban en las pulperías con olor a ron y a tabaco; Guasina, Isla del burro, yantas ardientes, corriente en las costillas, Miguel Otero… pero, ya sabemos también la desviación hacia el nuevorriquismo, Miami, la meritocracia, el paquetazo, Sierra Nevada, etcétera… Génesis, auge y caída de los sueños. Renny mojaba el pan en café con leche –no recuerdo la marca del café-, y uno reía, y en verdad, el café era de los mejores; pero ya ni los notables de las jerarquías puntofijistas emitían una letra de convicción; las torres con pies de barro temblaban ante la más mínima ventisca.

¿Debemos llegar al extremo en que leer un artículo de Luis Britto García buscando las culpas de nuestros males en la edad media porque Torquemada esto o aquello, o el “oye, qué oportuno” “Ferguson” de Roberto Malaver, nos luzcan en medio de una denuncia tan poderosa como la que blande hoy Marea Socialista, unos discursos absolutamente fuera de contexto, cuando se necesita pensar que todavía hay gente digna, entre quienes de algún modo han representado un bastión referencial que tome el periódico y lo lea como Dios manda? ¿O es que no hay salvación alguna y todo se ha politizado de tal forma que la intelectualidad y el alto vuelo filosófico, en algunos casos, lo único que busca ya es que se haga silencio para que no salgan al aire los trapitos que perjudican la buena marcha del stablishmen cuestionado porque más vale malo conocido que bueno por conocer o qué…?

Luigino Bracci pone la mira sobre el grupo de “Ska” “Desorden público” porque corea cantos irreverentes –qué se puede esperar si llevan ese nombre-; pero ignora o parece ignorar que el director del portal web que tanta ventana le ha dado para expresarse, Gonzalo Gómez, abanderado de Aporrea org., se siente perturbado, y yo le doy la razón, por el “cerco de silencio” que se ha creado desde el gobierno –los garantes de la revolución bonita-, en torno a lo que un señor, Nicmer Evans, está extendiendo sobre la mesa de discusiones. ¿Que “Desorden público” apoya en sus canciones la corrupción, por abordar con desenfado rockero el tema, con una expresión hasta de lo más razonable? Ok. Y qué, ¿acaso buscas que Maduro los increpe como a Ravell, desde su poltrona de mando, llamándolos también “basura”? ¿Y qué hay de quienes crean el “cerco de silencio” –Gómez-, por el exorbitante desfalco –presunto-, del que según Marea socialista fue víctima el país? ¿Eso no es apoyo a la corrupción? Ah, claro, pero de eso no se habla; eso es caca. Los flancos oscuros de la revolución, como sugiere el corte que hacen a "desorden" cuando el cantante Horacio empieza a tocar el tema de la corrupción, "no serán transmitidos".

jueves, 27 de noviembre de 2014

El harakiri bonito
Pablo J. Fierro C.

¿Es posible delinear una utopía en la que podamos visualizar automercados, abastos y bodeguitas, vendiendo los productos de primera necesidad que hoy escasean, sin colas ni empujones, luego de un diametral golpe de timón a las políticas económicas, no ejecutado por cierto desde los mandos actualmente instaurados con autoridad gubernativa? No desde dichos mandos, porque parece insoslayable, que el ejercicio de la mencionada voluntad para madrugar, hacer colas, luchar un puesto, perder horas y horas para comprar dos paquetes de harina, pasta o leche, viene dinamizado precisamente desde el centro de poder que ostenta la investidura principal para organizar piramidalmente todo lo concerniente a nuestro proceso económico, en esencia, así como el resto de las áreas que en conjunto conforman nuestro presente modelo de producción.

Estamos hablando de una eventual presencia en el gobierno, de una fuerza opositora que proyectada como hipotético futuro, por vía constitucional, por supuesto, trastoque los esquemas instituidos, y restituya los caminos formales que enmarañó el destino, hasta conducirnos al “como vaya viniendo vamos viendo”, inexcusable de hoy.

No apunto al neoliberalismo salvaje de los últimos tiempos puntofijistas; donde el apego ortodoxo –pero además enrarecido por la corrupción- a presuntas leyes de mercado, de precarios índices de ductilidad que igualmente apretaban un gancho o alicate contra el estómago de lo que se menciona como un 80% de pobreza… Hablo de un tiempo anterior, donde la sensatez de las primeras intenciones socialdemócratas, demócrata-cristianas, aún permitían espacios para desandar rutas que pudieran llevarnos a realidades en las que la ciudadanía pudiera salir favorecida, en el sentido de no desplomarse abatida frente a paquetazos económicos de dura cerviz, de seco corazón, sin humanismo -aunque con técnicos y profesionales convencidos de estar aplicando estrategias clásicas o vanguardistas, pero siempre sustentadas en el raciocinio académico que estableció la historia, por vía del método científico-, pero tampoco mantenerse en la zozobra, el desbarajuste, la incertidumbre vigente, fruto de la improvisación continua; del encaminarse tozudamente hacia los rumbos que demarca el Capitalismo de Estado, aunque en un nivel que apenas roza los albores, pero al que ya se le ven las costuras, de “largo y tortuoso camino”; de “lo que viene es candanga con burrundanga”; más o menos como de “sálvese quien pueda”.

La economía de nuestro país cada día está peor.

La hoy llamada Revolución chavista, nunca tuvo nada claro desde el punto de vista de lo que debía hacerse para manejar los abundantes recursos de diversa índole, que tiene Venezuela, y con los que pudiera sacar la ventaja previsible, que se suponía podía sacar, con un gobierno de presunto afán reivindicativo de las clases más necesitadas.

El primer presidente de la llamada Quinta República, Don Hugo Rafael Chávez Frías, fue quien primero dio muestras de no saber dónde estaba parado, ni qué hacer para que el país se disparara hacia escenarios de bonanza sustentable; porque una cosa es tomar medidas cortoplacistas, o tangiblemente populistas, y otra -que es la que debe estar afianzada en cientificismos y academia, en mi opinión-, crear estructuras de soporte, sólidas, sobre las cuales se erija el aparato productivo, de tal modo que la Nación, especialmente en lo económico, se desarrolle armónicamente en cada una de sus partes, y pueda comerse las verdes y las maduras a su debido tiempo, así como prepararse para eventualidades adversas, dada las complejidades inmanentes a todo este asunto de superlativa importancia que visualizamos como economía global; en el que no escapa, querámoslo o no, la erosión persistente del quehacer corrupto.

Pudiera pensarse que Chávez empezó colmado de buenas intenciones, si giramos la cabeza hacia su prédica sincrética que aspiraba complacer a todos, desde muchas palabras que dijo, en las que incluso se barajaron posibilidades a la inglesa, con políticas que para aquel momento generaban buenos comentarios respecto a la gestión de Tony Blair.

Luego vinieron medidas concretas y ensayos por los cuales hoy estamos pagando un alto costo, dadas las evidentes deficiencias que borronean un drama desproporcionado, expuesto a la luz en el sistema educativo, hospitalario, alimenticio, cultural, deportivo, etcétera.

La idea acá, no es decir que no se ha hecho nada; sino que lo que se ha hecho, como las misiones Barrio Adentro, Robinson, Rivas, Sucre, entre otras, son paliativos que tienen su importancia, pero que no contribuyeron a solidificar el piso económico que a estas alturas debería permitirnos holgura tanto desde el punto de vista endógeno, como exógeno. Nuestra inserción en el mercado mundial debería gozar ya de felices resultados, si a la par de las inversiones en educación, salud, etcétera –cosa que se fraguó ensayando relaciones de intercambio donde normalmente salimos desfavorecidos-, hubiésemos estimulado la producción nacional; incentivado la industria y el comercio; la ganadería… Por el contrario, se golpeó y se golpea incesantemente estos factores, incluso, ya como única forma de forzar beneficios al pueblo, que de otra manera, con toda la riqueza que se supone entró en años anteriores cuando el petróleo estuvo a buen nivel de costo, no sería posible.

El mayor fracaso de este Socialismo, es no ser, en el aspecto económico fundamentalmente, ni chicha ni limonada.

Estamos de acuerdo con Simón Rodríguez en que se debe “inventar o erramos”; pero es obvio que se debe “inventar” con criterio; porque cualquier paso en falso está expuesto incluso a la catástrofe.

El gran error de la Revolución chavista fue; en este balance que esbozo, aplicar un fajo de lineamientos multifacéticos, de corte suicida.

Aceptar, primero que nada, el engaño de que Venezuela somos dos partes antagónicas irreconciliables, y en ese contexto, lanzarse a gobernar en todo los ámbitos, forzando la barra de un lado, y en muchos casos hollando el suelo sagrado de la Constitución, para tratar de favorecer, a quienes ofrecen el piso político, con pañitos de agua tibia, dádivas, edificaciones, construcciones, etcétera, que, ya lo dije, son importantes, pero si no hay una industria y un comercio florecientes por otro lado, incluso por parte de las empresas que maneja el Estado; lo que se está creando es un espacio-tiempo de mediana y a veces exigua satisfacción virtual, que permita el avance del Titanic “hasta que el destino nos alcance”.

A esta fecha, y quizás más que nunca, el acimut económico gubernamental adolece de unos indicativos ciertos que le ofrezcan a uno la certeza de que por lo menos en algún momento podremos ver luz al final del túnel.

Las medidas que al parecer pudieran llevarnos a la utopía soñada del Siglo XXI, por parte de la poca esperanza que pueda adjudicársele a estos gobernantes, es llenar de presos a ramo verde; y como el caso que se denuncia desde Marea Socialista en la voz de uno de los directivos de Aporrea, “crear cercos” herméticos para que no trasciendan noticias como un presunto desfalco a la nación de miles de millardos, en el año 2012.

Hoy leo una aislada reseña acerca de cierto articulista de Aporrea que denuncia una presunta inclinación ideológica del actual presidente Nicolás Maduro, hacia los predios de la derecha, cosa que esgrime, además, como motivo para renunciar al PSUV; ante esto, contradictoriamente, mi percepción personal parece más bien, aunque de manera muy leve, asumir un respiro de esperanza.

Porque como decían antes, hermanos, “No somos suizos”; el extinto y bien ponderado José Ignacio Cabrujas dijo por su parte, que nuestra identidad –la de los venezolanos- era no tener identidad; y así mismo podemos ver, pasados ya unos años de  “Patria, Socialismo y muerte”, que nosotros no somos comunistas, ni socialistas… ni siquiera adecos y copeyanos, o chavistas; nosotros somos venezolanos; eso es lo que nos agrupa en esencia; y tampoco somos dos bandos, sino uno; como cantan Neguito Borjas y Francisco Pacheco, entre otros, para esta navidad: “No quiero ser la mitad, quiero ser la Patria entera”.

Quizás volver a nuestra identidad sin identidad sea lo que al final nos permita acoplarnos como piezas de un rompecabezas, como siempre lo soñó Simón Bolívar desde sus escritos delirantes; el Discurso de Angostura, que aunque “angosto”, tenía suficiente hidalguía y corazón para que en justicia pudiéramos ahí morar todos.

Industrial, obrero, comerciante, campesino, artista, político, artesano, militar, civil, venezolanos todos, ¡Vamos gente de mi tierra!

lunes, 17 de noviembre de 2014

Luz tecnológica

A la par del avance tecnológico impulsado por el estudio sistemático de la complejidad digital, gracias al cual se puede contar hoy con adelantos impresionantes en casi todas las áreas del quehacer humano, especialmente las disciplinas científicas, la nanotecnología -que permite un abordaje sustancialmente superior a lo que se podía lograr con la realidad sub atómica, entre otros-, la robótica, la comunicación, marcha una visión un tanto nostálgica, a partir de la que toda esta derivación creativa del ser, -pudiéramos decir, genética, de trascender estados primitivos y buscar el confort por medio de la inventiva constante, optimizando las condiciones de existencia-, que por el contrario busca en teoría, retrotraer al mundo, hacia la simpleza perdida quizás a partir de los años en que se inventó la máquina de vapor, y el dinamismo cerebral humano, en ciertas mentes lúcidas, programadas para tales fines, se pobló de entusiasmo para incorporar al mundo los gérmenes de lo que representa hoy el mundo comutarizado. Esta visión nostálgica -que siempre ha estado vibrando en paralelo con la otra-, no ve con buenos ojos que los resultados de la carrera informática, luzcan ostensiblemente, en la regular permanencia de cada persona del mundo, incluso de ellos, quienes no prescinden tampoco de lo que critican-; pero reviste una contradicción sociológica que tarde o temprano se proyectará como anomalía perniciosa, al hacer un balance olístico de dicha dicotomía. Los abanderados del primitivismo, o ruralismo, no sé como pudiéramos denominarlos, ejercen una prédica tajante en contra de la carrera informática, que, aunque probablemente en mínima proporción, siempre va obteniendo adherentes en las nuevas generaciones; por lo que se puede adivinar un futuro similar a lo profetizado hace algún tiempo en el programa "Valores humanos" por el intelectual, visionario, escritor e historiador, entre otras cosas, Don Arturo Uslar Pietri, quien afirmaba que las personas que quedaran al margen de los avances informáticos, como el uso de celulares, computadoras, equipos electrodomésticos, tomógrafos, entre miles de otras cosas, serían los analfabetas del futuro... Esto yo lo veo factible para los adultos que ya tienen una vida hecha, conectados a instituciones que le aseguran el futuro, que tienen pensiones de vejez u otros, pero me luce digno de alertas, cuando quienes son adoctrinados por dicha prédica anti progreso técnico, son las nuevas generaciones, entusiasmadas poderosamente por todo lo que se ha expresado en mejor calidad en las películas, en los procesos educativos, etcétera, es decir la era computacional... Porque la creatividad en todos los órdenes, es propia del ser humano; no nos conformamos nunca con frenar lo que nos genera incentivos desde adentro, para optimizar lo que ya logramos... Si la prédica de los simplistas prospera en alguna medida, el resultado no será personas más sanas, ni más inteligentes, ni nada de eso; sino analfabetas informáticos, subordinados en todo lo que tiene que ver con vanguardia tecnológica, a quienes sí asumieron con seguridad y naturalidad estas maravillas del existir... Mientras un médico vanguardista, podrá, por ejemplo curar diez personas al mismo tiempo desde su casa, por medios digitales, el ruralista todavía estará, no sé, haciendo tediosas y obsoletas operaciones casi que con ramas y otros recursos esotéricos... Es irresponsable la perniciosa prédica anti progreso, como lo veo, que hacen en desmedro de la juventud que estudia informática, u otras carreras tecnológicas, para que volvamos a la era de las cavernas... La familia, estoy de acuerdo, debe incentivar valores humanos, espirituales, de convivencia, donde la mente y el cuerpo puedan expandirse en felicidad, sin que tenga que intervenir, necesariamente un artefacto de última generación, y educar en principios, acerca de la estructura familiar, de respeto, obediencia, valores, etcétera; pero esto nada tiene que ver con un niño que no puede vivir si no es pegado a la pantalla de un monitor o a su inseparable BB; tales anomalías ocurren, porque el núcleo familiar, no supo canalizar al niño adecuadamente; porque hay muchas familias donde la realidad tecnológica se ha insertado de manera no sólo armónica, sino con resultados prácticos extraordinarios.

jueves, 30 de octubre de 2014

domingo, 29 de junio de 2014

“CHAO, MADURO” ¿La canción necesaria?


“Escucha San Nicolás, ya te hemos descubierto,
a mí no me engañas más, puedes tenerlo por cierto”;
Gino González.

Las luchas estudiantiles y de soberanía popular en general de los nuevos tiempos, se demarcan por un énfasis grave en el sentido de criticidad que estimulan muchos factores políticos, especialmente, para los cuales la parte oficial no ha ofrecido, en un empeño terco por mantener al país dividido entre amigos y enemigos –por encima incluso de los diálogos con la MUD-, sino la voluntad de fortalecer la dependencia lacaya respecto a nuestros hermanos cubanos, pero no en la tradicional amplitud que se ha tenido siempre desde nuestra raigambre bolivariana erigida en el Discurso de Angostura por nuestro humilde hombre de dificultades, Simón Bolívar, eterno Libertador, con la que abrimos los brazos no sólo a cubanos, sino a colombianos, peruanos, españoles, italianos, haitianos, norteamericanos, africanos, chinos, y más, sino en un evidente entreguismo de nuestra independencia patria, que pisotea sostenidamente los derechos constitucionales de quienes valoramos la herencia emancipadora, heroica –decimos con Eduardo Blanco-, atesorada por siglos en nuestra alma de combatientes patrios, por el imperio en nuestro suelo de una justicia refinada; nuestra Constitución Nacional, no es el producto de un brainstroming de montoneros y anárquicos, como los que deplora Francisco de Miranda en una de sus quejas más resonantes: “…a ustedes lo que les gusta es el bochinche”; es la responsable minuciosidad de orfebres milenarios, de alquimistas de la historia, que rindiendo tributo a la lógica más elemental, y aun por supuesto dotados de las naturales imperfecciones que nos acompañan, han desarrollado un trabajo esencialmente intelectual, acaso desde que Andrés Bello y su sobresaliente sabiduría, como reseñó Arturo Úslar Pietri, entregó sus esfuerzos, junto a otras figuras de similar relevancia, por continuar en las ciencias, en las artes, y otras disciplinas inmanentes a nuestra dinámica ontológica, la labor de trascender espiritualmente desde la barbarie impositiva, macha, hasta las alturas del Ser reflexivo, ecuánime, progresista, equitativo, que relumbró en Europa luego de la etapa medieval, cuando la Revolución Francesa y su impetuosidad erudita, neo clasicista, laboriosamente macerada desde tiempos inmemoriales, estalló en su vanguardista nivel evolutivo, y parió el nuevo tiempo, el Estado Moderno, al que sabemos, repudian desde sus madrigueras sombrías, los devoradores de sueños, los sátrapas de la irracionalidad, los pescadores de incautos e ingenuos, con arteros manejos de la psicología del Ser desprevenido, para asaltar “dictatoriales” la representatividad que en muchos casos les otorgan ciertas coyunturas sociales; se preparan para dominar, para sostener el poder, pero con fines inconfesables; por eso difunden la literatura goebbeliana, maquiavélica, de Thomas Hobb, entre otros, aprovechando las partes que sirven a la retención del poder por caminos sin ética, y atacan con disimulo mientras es necesario los valores sempiternos que ofrece la ritualidad mística.

Los cubanos de Misión Barrio Adentro, a mi entender, son una bendición; así como los instructores de atletas y fisicoculturistas, entre otros; pero no podemos los venezolanos tolerar las públicas reverencias oficiales a la jerarquía política cubana, en términos de oficialidad; la denunciada injerencia militar de agentes cubanos en nuestras fuerzas armadas.

Es notorio que subliminalmente –en cuanto a quienes no procesan con avispado hábito el acontecer propagandístico- se nos ha querido desde un principio clavar la simbología proselitista cubana desde el abierto slogan “Patria, socialismo o muerte”, las iconografías por doquier de Fidel, el Ché Guevara, etcétera, hasta el persistente corazoncito con la bandera venezolana, pero con una sola estrella; ante lo cual, cualquier oposición que más o menos se proyecte con fuerte intencionalidad transformadora, es enfrentada bajo el esquema de contraofensiva de guerra; en donde la inmaculada categoría proteccionista de Don Estado, asume su carácter profano y justifica cualquier “hollada de suelo constitucional” posible; porque, bueno, “El fin revolucionario mismo justifica los medios”.

Así podemos escuchar ciertas canciones radicales, por ejemplo, ante las deserciones que ya se desatan en el segmento oficialista, que nos recuerdan nuestro discipulado rochelero, por aquello de “macho que se respete y tal”, donde desde su “resuello esnú” aconseja mi amigo en facebook  Gino González -pensador “rojo, rojito” y baluarte quinto republicano de la llamada por ellos “canción necesaria”-, a sus lectores en el Correo del Orinoco: “Que en esta guerra económica los que disparan no son francotiradores escondidos. Están ahí a la vista de todos. Yo no sé por qué no les metemos aunque sea una pedrada. Tipo ‘Economía de guerra’”.
Pero qué más economía de guerra quiere Gino, me pregunto, si toda la política económica impulsada desde el poder en los últimos tiempos, ha sido un joropo tramao de plomo parejo al aparato productivo, donde las empresas privadas han sufrido un colapso lapidario que en importantes casos han producido el cierre de las mismas, y las que quedan funcionando están sufriendo los rigores de un alicate desincentivador que nadie puede ocultar; se filtra de manera estricta la entrega de dólares para la adquisición de productos importados, entre otras cosas, y se crean mecanismos que reducen las posibilidades de obtener ganancias rentables y/o sustentables en un mercado con visos de ambigüedad gramsciana altamente inoperantes; muchas empresas que son objeto de privatización caen automáticamente en un estado de crisis que incrementa junto a otros factores perniciosos la precariedad de nuestra solvencia en diversas áreas, dada la proporción del “huecote” fiscal que presenta la Nación respecto a los vaivenes inherentes a la balanza de pagos; por eso no pueden entenderse sus ganas de caerle a pedradas a quienes ejercen democráticamente derechos constitucionales haciendo oposición, sino como una imagen nada poética,  en la línea de aquel facineroso montonero de la película “Los tres amigos” a quien apodaban “el guapo”, que todo lo resolvía, valga la metáfora con “patadas por el culo” constantes y sonantes como aconseja precisamente el autor de “La nalga de la noche”, “Venezuela es una vaca”, y “El socorro es un pueblito”, despachar al San Nicolás al que detesta porque le gusta “pepsi cola y mayonesa”, como le gustan -a juzgar por uno de sus reconocidos videos, a “Dame pa matala”- las hamburguesas y los perrocalientes.

Tal exhortación parece responder al hecho de que nuevos sacudones tormentosos inclinan al Titanic revolucionario, hacia el icberg definitivo donde el pueblo venezolano pudiera estarse despidiendo del Presidente, no con las otrora altisonantes maneras de Gino, sino con la breve expresión que utilizamos por lo común cuando nos despedimos de alguien, así como otorgándole al evento una formalidad un tanto ligth: “Chao, Nicolas”; tal cual como pudiera soltarlo por ejemplo Teodoro Petckoff.

El gobierno realiza sus enroques de costumbre y sale Giordani, quien reacciona epistolar describiendo un listado de irregularidades que a su juicio presenta como raya la presente gestión; golpean Contragolpe despidiendo a Vanessa Davis, una de las piezas comunicacionales pro gobierno que aún ofrecía algunas concesiones a la objetividad chavista; Alberto Aranguibel, curruña humorística de los Roberto, es sacado del aire al momento de analizar la carta antes mencionada; José Vicente Rangel, leo en un Noticierodigital de estos días, señala en desentonado mea culpa abusos en los procesos de expropiación ejecutados por la oficialidad; en el artículo del articulista carabobeño Luis Cubillán, me parece entender que la gente de Aporrea también marcó distancia respecto a la tendencia actual del rumbo revolucionario.

Canto en Caripito con mis panas “Aturdido y abrumado” de José Feliciano, y por más que me lo expliquen, hasta con plastilina, no logro asimilar que en el instante pueda existir una canción más necesaria que la que me baña de sabor a vida, frente a una copa de vino, y sardinitas fritas, con casabe.




domingo, 27 de abril de 2014

VIVIR GRACIAS A DIOS
Pablo J. Fierro C.
“Yo pecador me confieso”
Oración católica.

Jesús de Nazaret entregó su vida por nosotros. Vino al mundo hecho hombre para que a través de su vida, pasión y muerte, viviéramos nosotros; ayer, hoy y siempre.

Sin el sacrificio que hizo, muriendo en la cruz en tiempos de Poncio Pilatos, gobernador de Roma, no habría esperanza alguna para quien vive en enfermedad, en desasosiego, en crisis, angustias, en profundas oscuridades. Dios es bueno; Dios cuida de sus hijos; Dios es amor; y por eso tenemos a Jesús, para que tengamos quien nos levante, y nos dé luz, a fin de ya bajo su Gracia, que significa aceptarlo a él, Cristo, como Señor y Salvador, entendamos que esa acción nuestra de refugiarnos en él definitivamente, nos guiará en algún momento, a una vida mejor, más agradable, y sobre todo nos salvará de la muerte, por medio de la resurrección, y nos mostrará su Gloria, luego de ella. De cuerpo corruptible, dicen las epístolas sagradas, pasaremos a tener cuerpo incorruptible.

Se precisa tener paciencia y humildad, entre muchas otras cosas; porque Dios –afirma el pastor evangélico Otoniel Font-, es un Dios de procesos; aunque creo, por mi  parte, que es también un Dios de “abrir y cerrar de ojos”, para hacer milagros; no sólo él –afirman sus enseñanzas-, nosotros también, por medio de nuestra fe; recordemos la tajante forma en que un apóstol, ya investido del Espíritu Santo, curó al instante a un paralítico que le había pedido dinero: “No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy; levántate y anda”.
La Gracia de Dios se revela como un estado de poderosa unción, en el que entramos a morar bajo la cobertura de él, quien nos creó, y emprendemos un camino de perfeccionamiento, bajo sus alas, de acuerdo a una promesa alentadora: “Quien comenzó en ti la obra, la perfeccionará”. Es decir, desde ese preciso instante en que decimos a Dios que aceptamos el sacrificio de Jesús en la cruz, como evento en que se sella el acto de redención divina para la humanidad, nos entregamos, masa amorfa, a las manos del orfebre que hará de nosotros según la voluntad de él, lo que quiera hacer para cumplir, en uno, sus propósitos; morimos entonces a nosotros para darle a él –Jesús- vida en nosotros; él nos dice: Venid a mí todos los que estén cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar; acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde”. Nos pide también: “Bástate mi Gracia”; como para que no nos angustiemos o afanemos queriendo tener lo que nos pueda dar satisfacciones en este mundo, según lo que nosotros mismos consideramos; lo que nos conviene él lo sabe, y lo lógico es vivir para lo que nos conviene según los propósitos de Dios, y no lo que se adapta a nuestro propio parecer, si se aleja de aspectos relacionados con el Reino de Dios. Bastarle a uno la Gracia de Dios, conformarse con el hecho de que Dios murió por nosotros para que tengamos vida en abundancia, es advertir, que pudimos mantenernos bajo condenación por causa del pecado de Adán y que vivíamos en muerte eterna, y moriríamos irremisiblemente bajo las garras de aquel que “anda como león rugiente buscando a quien devorar”… quizás de nosotros mismos sin él, Dios.

Esa resignación que debería darnos alegría, y que impone incluso la vida en gozo, por ser salvos, es sin dudas para quienes creemos, justa y necesaria; porque sabemos que es mejor vivir que morir, o que medio morir, o medio vivir; y Jesús nos promete para algún momento en sus planes, darnos vida; y no poca, sino en abundancia.

“En el mundo tendréis aflicciones” –dice la Palabra de Dios, la Biblia-; y es algo que por más que seamos personas exitosas y tengamos cosas materiales que nos permiten confort, diversión, posibilidades de mil formas, podemos constatar frecuentemente en nuestras propias vidas. Suele haber situaciones que nos recuerdan lo plantados que estamos en el mundo, donde ya está –dijo Jesús- el Reino de Dios, pero “ustedes no lo han visto”. Conformarse con la Gracia de Dios es un aliciente de tipo bifrontal, como dice alguna canción de “Mecano”; porque significa que Dios nos pondrá en el lado de las ovejas, y no de las cabras, a la hora de separar su rebaño, y nos brindará sus poderosas bendiciones por habernos portado bien, “conforme al corazón de Dios”, como el joven David –luego rey de Israel-; pero también sabemos que no vinimos “a ser servidos, sino a servir”; que el camino para llegar a la vida no es ancho, sino estrecho; que nuestra Salvación “no es por obra, sino por fe”, por lo que esperar de inmediato retribución a lo que hagamos bien, es ir en contra de lo que Dios exige, si esa espera involucra el “gloriarse”.

Conformarse con la Gracia de Dios, es advertir que en medio de esa resignación, Dios nos brinda cuando lo decide él, bendiciones importantes, bonitas, agradables, y que nos da la fuerza prometida para resistir en la dura batalla por la felicidad que busca casi que genéticamente nuestro Ser, muchas veces infructuosamente; es decirnos, yo soy el odre y él es el orfebre; Dios me forma según su sabiduría y uno se deja moldear en silencio según nuestra categoría de barro sin opción.

Pero pudiera ser peor. Nuestras vidas en ocasiones, pudieran ir por despeñaderos incluso sin resignación, sin fe, sin esperanzas, y sin oportunidades de estar un rato en paz, por causa de no aceptar ese sacrificio de Redención; de nuestra tozudez para creer que somos dioses de nosotros mismos, y que podemos regir los sucesos de acuerdo a nuestros propios pareceres (como ciertamente pudiéramos estar acostumbrados a hacerlo; mas todo es parte de un sistema donde el cielo permite o evita actuaciones signadas por libre albedrío); en esos momentos está siempre alguien o algo recordándonos, por un lado que “el diablo está como león rugiente buscando a quien devorar”, y por otro –lo más importante-, “Cristo está a la puerta y llama”.

La emboscada del diablo es para tu perdición; Dios no quiere verte sufrir, sino darte con él, la Gloria. Ambos caminos pueden ser tortuosos, pero uno te sumerge en un abismo infernal; mientras el otro, donde sufres menos la andanza, te garantiza un Paraíso; ahí tu tristeza se convertirá en alegría, luego de luchar “el buen combate” que luchó San Pablo apóstol.




 
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