viernes, 29 de enero de 2010

LA NUBE EVOLUCIONISTA

“Les aseguro que si no se hacen como niños, no entrarán en el Reino de los cielos. El que se haga pequeño como este niño será el más grande en el Reino de los cielos” Mt 18, 1-4.

Te alabo, Padre, porque escondiste estas cosas a los sabios y a entendidos, y las revelaste a los pequeños” Mt 11, 29.

“Teoría de la evolución: Teoría científica que trata acerca del hecho de la evolución biológica y de los mecanismos que la explican. La teoría de la evolución afirma que las especies se transforman a lo largo de sucesivas generaciones y que, en consecuencia, están emparentadas entre sí al descender de antepasados comunes”. (http://symploke.trujaman.org/index.php?title=Teor%EDa_de_la_evoluci%F3n)

Cristo, quien abominaba el comportamiento hipócrita de los fariseos –integrantes de una casta religiosa de aquel tiempo- advierte: “Cuídense de la levadura de los fariseos, que dicen una cosa y hacen otra”. Y esta recomendación actualmente mantiene una vigencia indiscutible; sobre todo, por supuesto, para quienes gustan militar en la doctrina cristiana.

Y es que el fariseísmo, como es sabido, es un fenómeno social que muestra con frecuencia su rostro en los más inusitados recodos de nuestra actualidad. Es una práctica que en muchos casos se ejecuta inconscientemente –y hasta sin mala intención- y en otros se despliega con pleno conocimiento de causa, con malicia engañosa, hacia fines inconfesables.

El cristiano, de acuerdo a la advertencia de su líder máximo, debe estar “ojo avisor”, pilas, mosca, con quienes evidencien en su conducta la presencia de esa costumbre anómala. Y también, muy especialmente, si son ellos mismos quienes la ostentan. Porque el fariseísmo es un factor semiológico de gran peso a la hora de hacer un balance acerca de la credibilidad de una persona; debido a que dicho factor comulga con la mentira, y la persona mentirosa no es confiable; pudiera tener en momentos claves cartas bajo la manga “que nos hagan caer de la nube en que andemos como a veinte mil metros de altura”, como dice la canción.

La disyuntiva que plantean las diversas teorías acerca del origen del hombre, por ejemplo, suelen ser caldo de cultivo para probar la verticalidad de las personas en cuanto a la coherencia de tres variables determinantes en función de su integridad moral: pensamiento, palabra y acción, puntales dialécticas de lo que comenzamos a conocer no hace mucho como “Programación Neurolingüística”.

Porque tales teorías, generalmente contrapuestas, desafían nuestra posición ideológica al ubicarnos en la necesidad de definirnos, sin posibilidad de ambigüedades, a la luz de los postulados de la fe y también de los postulados de la ciencia.

Frente a los epígrafes cristianos que presiden este escrito, el creyente debería aceptar la Teoría Creacionista sin ambages; según esta, dijo Dios:

“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;…”. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Génesis 1: 26-27

“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Génesis 2:7

“Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. Génesis 2: 21-22

En mi opinión el cristiano que no crea en esta teoría difícilmente crea que Cristo nació por obra y gracia del Espíritu Santo; que en cosa de segundos curó a los ciegos con sólo un poco de barro; que Moisés abrió el mar en dos con sólo un golpe de vara; que Lázaro resucitó al nada más oír la voz de Jesús decir: “levántate y anda”; que los muros de Jericó se desplomaron por efecto del canto de una multitud; que sus enfermedades y problemas pueden solucionarse sin el uso de medicinas y operaciones –con tan sólo la intermediación de la fe- como fue el caso de los paralíticos, ciegos, mujeres con flujo de sangre, etc., a quienes Cristo dijo: “tu fe te ha salvado”.-; que el hijo de Dios caminó sobre las aguas y dio órdenes a las tormentas, las cuales le obedecieron…

Es cierto que el papa Juan Pablo Segundo en su momento dio un espaldarazo a la Teoría Evolucionista; no como propuesta que anula la Creacionista, sino bajo la óptica que se enuncia en el siguiente párrafo tomado de un artículo que recomiendo leer en Internet: El Papa, tras reconocer los argumentos significativamente válidos del evolucionismo, señala insistentemente que se trata de una teoría, y delimita el valor epistemológico de toda teoría: una interpretación (no un hecho) homogénea de numerosos datos, que permite relacionarlos entre sí y darles una explicación. Toda teoría debe verificarse con nuevos datos y, en caso necesario, reformarse para ser mejor adaptada a la realidad. Además, en el caso del evolucionismo, a los datos procedentes de la observación se añaden ciertas nociones filosóficas, pretendiendo integrarlas en un conjunto unitario con la parte más científica (cfr. n. 4)". (http://www.conoze.com/doc.php?doc=727).

A mi modo de ver, un cristiano, católico, evangélico -u otros-, puede dudar de cualquier teoría relacionada con el origen de la vida, mas no de la Teoría Creacionista, debido a que la misma es fundamento de su propia ideología; una fe de semejantes características es un adefesio, un fenómeno de circo –como un perro con patas de jirafa-, un pájaro con las alas rotas… Para volar alto en el cielo del amor la fe en Cristo debe tener sus alas bien puestas.

No estoy señalando a nadie como fariseo, pero sí recordando el precepto cristiano que conmina a cuidarnos de la levadura de aquellos, ya que causa suspicacia el hecho de manifestar de boca una creencia, una doctrina, una filosofía, pero en la práctica o en las mismas palabras evidenciar contradicción; como en el caso de los que dicen, por ejemplo: “yo soy ateo, gracias a Dios”; “te juro por mis veinte haciendas, mis miles de cabezas de ganado, mis quintas en Miami, mi consorcio internacional, mis caballos en el hipódromo, mi blackberry, mis aviones y mis yates que soy pobre”; “Creo en Dios, lo malo es que no existe”; y así sucesivamente…

 
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