domingo, 30 de octubre de 2016

Reyes aquí y ahora


Había una cuña de seguros, con Gilberto Correa, célebre animador de Venevisión, que decía esto: “Es mejor tener un seguro y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo”. Para lo que quiero transmitir al mundo, por vía de este texto, SEGURO es igual (=) a FE; así que haciendo equivalencia: Es mejor tener FE en Jesucristo y no necesitarla, que necesitarla y no tenerla.

Tengo la certeza, de que la fe en Jesucristo no es garantía de que a uno no le pase nada malo en este mundo, pero sí te traslada a un lugar santo, te hace parte del pueblo de Dios, e hijo de aquel, en la misma Gloria que su hijo unigénito, el Mesías de la cruz; y esto no es poca cosa; ser co-partícipe de la misma heredad de Jesucristo, aquí y ahora, determina nuestra paz en este mismo instante e igualmente para siempre.

Porque en este momento Jesucristo está en Gloria, siendo Rey de reyes y Señor de señores, en un trono eterno desde el cual juzga a vivos y muertos, con poder infinito.

Podemos preguntarnos de qué nos sirve abandonarnos a la fe en alguien que no garantiza nuestra integridad en este tránsito mundano del cual no podemos abstraernos, y la respuesta es esta: Ser pueblo de Dios, por causa de Jesucristo, de quien por fe heredamos Gloria, implica abordar un área de cobertura que nos da sentido de pertenencia respecto a quien nos preparó un paraíso al que debemos llegar configurados de manera específica. La fe nos ubica en dicha cobertura, pero nuestros conocimientos frente a ese espacio sagrado que está en nuestra forma de enfrentar el aquí y ahora –o lugar de reposo de Dios-, nos otorga diversos rangos, para que quien comienza en nosotros la obra de Salvación y Redención definitiva, como almas, o seres espirituales, y cada vez más alejados de las apetencias de la carne, pueda utilizarnos según la voluntad de su perfecto tiempo.

El mayor distintivo del pueblo de Dios –las personas de fe en Jesucristo-, no es la alegría estrictamente; pero sí es en general, un espíritu no atribulado, o mejor, en paz; es dicha manifestación consecuencia de la seguridad que tenemos en que Dios nos considera hijos de él; y que por concepto de esa relación, aun cuando podamos pagar “justos por pecadores” en cualquier eventualidad, y por tal, vivir aflicciones, nada que ocurra quedará jamás fuera de la Justicia divina, y a su debido tiempo, impactará esplendorosamente, para demostrar que su paternidad no es un débil asunto imaginado como placebo de consolación.


Pero si has entregado tu vida a Jesucristo para que interceda por ti, delante del Padre, y jamás te deslizas fuera de la fe que te hace igual al Mesías, obrando en mal, especialmente, tu lugar de reposo tiene un Poder inconmensurable en el que, ya apóstol ya discípulo, ya príncipe, ya profeta, u otro, lo que te queda es la seguridad de ir caminando al lado del Rey máximo, hacia la vida definitiva, abundante, sin aflicción alguna. 

miércoles, 26 de octubre de 2016

MELQUISEDEC

Ofrezco una noción acerca de lo que entiendo por “Sumo Sacerdote”.

Se requiere ante todo penetrar el entorno ideológico que propone un “pueblo de Dios”, y al mismo tiempo, diversidad de rebaños pastoreados al encuentro del reposo de Dios.

Aquí y ahora, Jesús de Nazaret reina por encima de “todo principado y potestad y potencia y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este mundo, sino también en el venidero”; al ser, después del tiempo de Melquisedec, Sumo sacerdote para todo tiempo humano posible. El pueblo de Dios reposa en el instante, en apostolado, y en calidad de discípulo, en Jesús, “Sumo Sacerdote, del mismo orden de Melquisedec”, para habitar la mansión dorada, la morada excelsa de la Gracia de Dios, que se pudiera traducir como: fe, paz y señorío, en Cristo, por él y en él.

 Melquisedec es, a diferencia de Aarón, Sumo Sacerdote de un orden de corte espiritual, y no carnal, afirmado en rituales con sacrificios donde la sangre de animales, rociada sobre los fieles, ejercía purificación de pecados. Alegoría que representó Jesús, escarnecido sin ficción, en el monte Sion de una cruz; juntando a sus pies toda condenación, a fin de arrebatarla “como ladrón en la noche”; purificando, salvando, redimiendo.

Melquisedec da marco, tutelado por Dios mismo, a la orden sacerdotal definitiva que hoy congrega al pueblo de Dios, aquí y ahora, para disfrute del reposo de quien permanece en la fe en Jesucristo, y para coadyuvar a la edificación de la estructura de conocimiento del devoto, por medio de la Palabra, otorgando sabiduría, y robusteciendo, al paso de tal empresa, la magnificencia del sacerdocio inmarcesible del habitante sin casa de cedro, sino bajo cortinas de sencillez, de humildad.

La tarea es reconocer en qué lugar estamos -al momento en que nos aborda el poderoso manto de protección que viene de lo alto, con Gloria y autoridad, para restituir al creyente lo que la avidez del devorador holló maléficamente-, para estar claros acerca de la actitud que nos corresponde administrar en ese lugar Santo: ¿Apóstoles, Discípulos? No son Adán y Eva, con una hoja de parra en sus respectivos núcleos genitales, el mejor ejemplo, de quienes pueden sentirse por comprensión de sus propios procesos, Sumos Sacerdotes, del mismo orden de Melquisedec, conduciendo al rebaño, ya libre de extravío, a la Libertad crística, destacada, con su particular idiosincrasia, a posiciones de Honra y Reposo, en la Sagrada arena de la fe; imprescindible carnet de permanencia, que además delinea caminos, exhorta, fortalece…

Nunca jamás habrá, fuera de Jesús resucitado, y quienes con él recogemos la mies, como Sumo Sacerdote, ningún Rector, ningún delta, ningún sustituto de autoridad alguna anclada en Cristo Jesús –sea Papa, Pastor, Cura, Monja, u otros-, a quien se le permita usurpar –o pretender hacerlo-, el liderazgo del humilde carpintero de Belén, como última Palabra, como tapa del frasco capaz de devolvernos, en el instante, el merecido Reposo, el descanso a la ardua jornada de ascensión discipular, a la que fuimos llamados, y dimos, oyendo, pero sin ver, nuestro rotundo sí.




 
Free counter and web stats