lunes, 19 de enero de 2015

Olvidé que yo estaba ahí


Pablo J. Fierro C.

Habrá quien diga que eso pasa a cada rato, pero nunca escuché que semejante experiencia vivida por mí, puidera ocurrirle a alguien más.

Llegué temprano al sitio, aquel jueves; había dos o tres más... tres; había tres; dos hombres y una mujer; y muchas sillas; porque se esperaba un buen número de asistentes a la conferencia de un eminente psicólogo, proveniente de Brasil, que disertaría acerca de un tópico que siempre me llamó la atención, pero del cual no tenía suficiente material, porque trataba una patología descubierta no hacía mucho tiempo; y bastante compleja, de acuerdo a lo que se derivaba a partir de los pocos casos que se habían dado en el mundo. Este profesional de los asuntos mentales, traía algo entre manos, y esperábamos que fuera impactante, porque él lo había vendido de esa manera.

Suelo buscar los puestos que me ubiquen, si el ámbito no es muy grande -como entonces-, a más o menos la mitad de la distancia establecida entre el podium de conferencias, y la última línea de sillas; contando desde la línea más cercana al expositor.

Recuerdo claramente, que yo estaba ahí.

Había tomado la hoja de publicidad del evento, y la había leído varias veces; quizás cinco; porque no encontré otra cosa mejor que hacer.

Lo primero que uno siente, cuando se olvida que está en cierto lugar, es que uno no existe. Puede quedarse incluso observando algún detalle del salón, como un retrato, o un florero, y volver la mirada atrás, en la memoria, para retrotraerse a escenarios escogidos a voluntad, o que aparecen sin procurarlos, y ejercer la labor de recordar... cualquier cosa del pasado y del presente, menos nuestra propia existencia, en el momento exacto, en que se está viviendo la amnesia del instante; la íntima abstarcción de lo que se es, en cualquier dimensión o faceta de la realidad.

Probablemente la concurrencia que asistió, y plenó el lugar, estuvo siempre consciente de su presencia permanente ahí; no observé que alguien dejara de aplaudir porque estaba ignorando, por olvido, que podía estar en cualquier otra parte, mas no en esa.

Si uno aplaude, porque encontró lo que buscaba aquella tarde, en el aparataje técnico, que incluía computadora, video beam, cornetas, y alguna otra cosa, más el propio conferencista, no será porque se está creyendo ubicado en un claustro semejante, pero inmerso en un juego distinto de coordenadas; probablemente a varias cuadras de allí; o en otro país.

Se supone que se sabe ahí porque aplaude; aun estando el evento desarrollándose en todo punto geográfico admisible, menos ese. No se trata tampoco de sentir que se existe porque uno piensa -como el filósofo-; ya que no hay parangón, entre dominar la certeza de existir, por la razón que sea, con el hecho, de mi exclusiva apreciación, asociada a la piedra angular, el fundamento que origina toda esta inquietud existencial; no en un sentido dramático, sino trascendental, por metafísico, pudiéramos decir.

Podemos olvidar que estamos en algún lugar, si observamos el hecho desde una perspectiva en que imbuídos en relaciones diversas con el entorno inmediato, creemos por distracción -acaso igualmente, por coincidencia de formas u otra cosa, con un espacio alterno-, que nuestro cuerpo, carece de sustento argumental, en tanto presencia, desde el cual se pueda concluir que ocupa el lugar que ocupa; y por el contrario, definir erronaeamente un paradigma de soporte, según el cual sabemos que estamos en alguna parte, pero en modo alguno, donde realmente estamos.

Es distinto, a cuando no hay ninguna circunstancia por la que puedas deducir que no estás donde estás, sino en otra parte, pero no recuerdas donde se desenvuelve tu integridad, tu ser completo, tu plena dimensión ontológica de espíritu y materia, estando ahí; departiendo incluso entre copas y pasapalos con el resto de las personas; al punto de que si alguien te preguntara por ti, en algún momento, tuvieras que aventurar una vaga respuesta, de escasa fuerza expresiva; inútil si se quiere para la persona interesada:

"¿Yo?... realmente lo ignoro; es posible que haya salido a dar una vuelta por los alrededores".

jueves, 15 de enero de 2015

Cura que andas por la vía / criticando cada falla / diciendo "esta boca es mía" / dime: "¿Por qué no te callas?"

Pablo J. Fierro C.


El mismo que un día dijo
que hay que impedirle a los pobres
que se levanten por sobre
ese interés tan prolijo
-casi que extendió un "exijo"-
de salir de la pobreza,
porque según él es válido
impedir nuevos escuálidos
que se integren a la mesa...

Ministro de educación
también dice que los curas
deben estar en procura
de atender su religión,
y no andar dando opinión
individual o en cambote,
que quieran pararle el trote
a males de la Nación...

Él no quiere oir la voz
de opiniones bien escritas
redactadas por curitas
que a Dios dan lo que es de Dios;
pero que también dan tos
cuando asumen el papel
de formar algún tropel
señalando su postura
que al César da lo de él
sin mordaza ni censura...

Dicen "les responderemos
a los curas con política"
porque no aguantan las críticas
que vengan de ese terreno
y uno piensa "pero bueno,
si ellos son también católicos,
porque no acatan los códigos
que desplegó Jesucristo,
y se ponen como es visto
a amenazar con política
como si fuera una mítica
manera de responder
que si yo te doy con crítica
tú me das con no sé qué...

El político demócrata
oye cualquier opinión,
y si no otorga razón
a lo que de ellas emana,
entonces llega y les gana
con el manifiesto hecho
que aquellos torcido llaman
pero que está bien derecho...

Ellos creen que la "polis"
tiene que ser agresiva
de un modo que no se priva
de violar la Carta Magna;
una cosa medio extraña
que no se entiende muy bien,
si tu sacas tus entrañas
de católico también...

Si el que te critica es cura,
y tú eres un feligrés,
entonces dime ¿cual es?
¿Por qué con "polis" asustas?
¿Sólo porque no te gustan
ciudadanos con sotana,
vas a ponerle una rana
en una sopa al prelado
o con un caucho espichado
en la vía lo harás ver
por qué le vas a poner
"miguelitos" camuflados?

La política de altura
con política responde,
escuchando bien al cura
y analizando por dónde
se puede llegar a un punto
donde si no hay solución,
se le explique a la Nación
con serenidad y respeto,
porque usted le gana el reto
a la denuncia en cuestión...

El Estado es "estadista",
puesto por el pueblo ahí
para que responda así,
con lógica y con razón,
a cualquier institución
que le haga un señalamiento;
no un gorila corpulento
con disfraz de caperusa,
que si le dicen que abusa
porque al fotógrafo enjaula,
sólo porque en Santa Paula
fotografió una gran cola,
entonces llega y se engola
sin emitir un sonrojo
y a un cura le tuerce el ojo
le da la espalda y se va,
diciéndole que ojalá
no hubiera dicho ni pio
porque con "polis" ¡Dios mío!
es que le contestará...

No busque excusa, Señor,
y si quiere responder,
despliegue su parecer
en el problema que sea...

Si el congreso episcopal
dice que todo está caro,
saque usted sin vacilar
el precio de los titiaros;
busque un kiosko y le pregunta
sin aviso y sin protesto,
"Señor, cuánto cuesta esto"
y que la cámara ponche...
...después se formará el bonche
de los dimes y diretes
porque este lo vende a once
pero aquel a diecisiete...

Que si este es con Sicad 1
pero aquel con Sicad 2;
que si aquel no está maduro
y aquel otro se pudrió

¿Por qué, me pregunto yo,
debo ser economista
para que me abran la pista
de respuestas por la goma,
y expliquen con punto y coma,
raiz cuadrada y matrices
todo lo que en el mes hice
por la balanza de pagos,
estando el petróleo bajo
contra el déficit fiscal...
...porqué aquí regule y tal,
porque allá hubo una hipoteca,
porque subió la manteca
y el aceite sigue frito,
por qué está barato el blanco
y está más caro el negrito,
por qué silantro no hay tanto
ni pa sancocho e'huesito;
¿Por qué hay cola en San Fernando,
Murucusa y Carpito?...

Si es periodista también:
"como no, siéntese ahí";
le dicen" "es que el chogüi
se está dando en Tumeremo,
pero nos lo comeremos
en diciembre por ahí"...
"El producto interno bruto
ya casi está que retruca
porque el precio de la yuca
se pondrá igual que el guacuco"...

Pero que no sea un cura
un pastor o un monaguillo
que les diga "tengan guillo
porque hay un hueco en Mariara";
vean que tipo de cara
adoptan en un instante:
sacan el pecho adelante,
contraen el entresejo,
acomodan el parlante
que nunca lo tienen lejos,
y la corbata elegante
la ubican hacia el reflejo...
luego con voz de cantante,
el carraspeo parejo,
y seguidamente aguante
cura o pastor evangelico:

"Ya llegó usted, 'sotanúo'
a decir que allá hay un hueco;
por qué no le manda el leco
a su adorado chivúo;
no se meta en lo pelúo
que aquí tengo un crucifijo
-lo saca, lo enseña al hijo
y al que poncha la HD-

Esta cruz que usted me ve
la bendijo el mismo papa
y va a vení un raspachapa
con su sotanaje chueco
a decir que allá hay un hueco
en vez de quedarse sano...
Hablarle a este veterano
de la política fuerte
con mi slogan a la mano:
"Patria, socialismo y muerte"...

"¿Quién es usted, patuleco,
que trae esa falda rara
y viene a hablarme de un hueco
que está...¿por dónde?... en Mariara;
'Al mal tiempo buena cara,
debe saber esa gente'
pero usted no es competente
para saber que hay un hueco;
lo suyo es que si un adeco
va a confesar un pecado,
lo encuentre adentro sentado
rigiendo el confesionario,
y apretando un relicario
para salvar del infierno
así sea al mismo yerno
del que nos dio este calvario...

A nosotros los del César
no nos gustan sus denuncias;
lo que sus bocas pronuncian
aportando solución,
o alguna discusión
aunque esté en contra evidente,
es la única excepción
por la que puede la gente
acusarnos de excluyentes
incluso sin ton ni son

Si usted fuera un ingeniero,
cantante de galerón,
un arquitecto, un herrero,
alguien que use pantalón,
yo expondría mi razón
sin prejuicio, ni atadura,
pero, no sé, con los curas,
me introduzco en la tortura
por aquello de sus críticas
de no hacer...' razonaduras',
sino utilizar 'política'...

Conferencia episcopal,
espero no atolondrarlos,
al citar al rey Juan Carlos
aunque me cueste una raya
pero '¿Por qué no te callas?'

Los curas pueden votar
porque, bueno, es otra cosa
pero si color de rosa
no ven la gestión que hacemos,
qué tal si no nos metemos
pa lo hondo hablando mucho
y dejamos a los duchos
en huecos, colas y tal,
que nos digan hasta el mal
que nos vamos a morir...

Pero tú no sotanúo,
Conferencia epsicopal
tu no puedes ni chistar...

y aunque sí debes votar
en religioso deber,
si algo tienes que hacer
con tu lengua de matraca
que sea hablar de Caracas
y el festial que sonó...
(Ah, no, de eso no...)
habla mejor de Jesús...

...postrado al pie de la cruz
ve y susúrrale bien fino

...para que por el camino
ese por donde haces eco,
nunca encuentres ningún hueco
que muestre los desatinos.

miércoles, 7 de enero de 2015


La enredada prédica de la antireligiosidad
Pablo J. Fierro C.

Ana, mujer de Elcana, y madre de Samuel (personajes todos del Antiguo Testamento), siendo estéril y sufriendo humillaciones por eso, oró a Dios para que le concediera un hijo, bajo el compromiso de entregarlo a "la casa de Jehova en Silo", aún niño, para que éste se dedicara al sacerdocio, y sirviera así, de por vida, a su benefactor. Dios le concedió la petición, y Samuel tomó el rumbo que lo llevó a ser quien fue en el relato bíblico, es decir lo que entendemos como el primer rey del pueblo de Israel, y hombre de confianza de nuestro Creador.

Estamos abordando un escenario de religiosidad. Ana, imploraba a Dios de esta manera: "Jehová de los ejércitos, si te dignares a mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza". Después de haber sido destetado el bebé, Ana lo llevó consigo, "con tres becerros, un efa de harina, y una vasija de vino". "Y matando el becerro, trajeron al niño a Elí".

En el programa "El evangelio cambia" de hoy -por Venevisión- del Pastor Javier Bertucci, quien, estimo, sirve a Dios denodadamente, al promulgar a tiempo y a destiempo las Buenas Nuevas del Reino, desde la magna obra repesentada por la Iglesia Internacional Maranatha, dicho predicador insiste en levantar delante del mundo necesitado de Dios, un muro que según él impide la conexión entre Dios y los pecadores, o viceversa.

Es decir, a los tradicionales enemigos del hombre que pudiéramos definirlos como, por un lado "el diablo", y por otro "las huestes celestiales" -no sangre ni carne-, Bertucci suma un factor al que le otorga poderosa importancia, al que él denomina "Religiosidad".

Lo cual puede tener diversas implicaciones o conceptualizaciones, pero que dado el carácter malévolo que en el caso que nos ocupa se le confiere, podemos más o menos interpretar como aquel conjunto de componentes de ciertos cultos particulares, o "religiones", que lejos de llevar a las personas, a un plano de libertad en Cristo Jesús, por el contrario las esclavizan, y las mantienen atadas a rituales o formalismos inconvenientes. Bertucci, por ejemplo, alude a las religiones islamitas, que hacen guerras o incurren en otros hechos adeversos a la paz, en nombre de un Dios que no es guerrero, sino que se duele de esas pernicionsas desviaciones de sus hijos, en cualquier lugar del mundo.

Me motiva a exponer mi punto de vista, dos premisas que me lucen oscuridad en medio de las muchas luces que puedo recibir desde hace mucho tiempo, cada vez que me dedico a oír vía Maranatha, o bien las exhortaciones o prédicas de Bertucci, o bien del instrumento del Padre, para crear la obra eclesiástica original en República Dominicana, según recuerdo, el señor Nahum Rosario.

La primera premisa, dice más o menos así: "La religión -según Bertucci-, es un muro que se erige entre Dios, y la gente"... Y la premisa dos, afirma que "El evangelio cambia", o sea, el movimiento evangelizador que hoy por hoy recorre Venezuela y otras partes del mundo, llevando un Cristo para quienes están en oscuridad -para evocar a Zacarías, padre de Juan el Bautista-, representa un ente facilitador, para conectar a las personas con Dios, y luego apartarse, y -derribado el muro de "religiosidad", entonces permitir la libre interacción Dios-persona.

Es cierto que Jesucristo y su misión, poco tienen que ver con rituales, porque uno de los objetivos que Cristo tuvo que cumplir para dejar su luz en el mundo, su sabiduría, y sus remedios para el alma, fue hablar categóricamente con los líderes religiosos que para entonces habían torcido el sentido de lo que Dios había querido dejarnos como manual de comportamiento, y hacerles ver, que para aplicar la autoridad, sin atenuantes, en estricto apego a las leyes, se requería de jueces inmaculados, absolutamente relucientes por dentro, para que toda sentencia discurriese, en estricto apego a la justicia de Dios, porque "Un ciego no puede guiar a otro ciego", o porque "para ver la paja en el ojo ajeno, primero debe haber revisión del ojo propio, y quitar la viga presente ahí".

Si consideramos un ritual religioso, la forma disfuncional en que ciertos personajes querían ajusticiar a María Magdalena, cuando Jesús dijo "Quien esté libre de culpas que lance la primera piedra", observamos sin dudas que Cristo se establece como un emisario de ajustes para la aplicación tradicional de las transgresiones a los mandamientos de Dios; no porque la Ley no sirva, sino porque no existe persona alguna en el mundo que pueda aplicarla, de manera tajante, investido de una autoridad moral sacrosanta, pura, sin atisbo de manchas. "Tan sólo un poco de levadura -nos dice Jesús- fermenta toda la masa".

Eso fue lo que Jesús estableció; no que la Ley estaba mal -el ritual, lo religioso-, sino que no había persona alguna que tuviese suficiente autoridad moral para aplicarla. De haber sido así, es decir, de haber habido alguien que tuviese esa jerarquía, probablemente no hubiera sido necesaria la venida de Cristo. Pero "Tanto amó Dios al mundo, que dio a su hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna". Porque "toda autoridad proviene de Dios", dice la Palabra, y cuando Poncio Pilatos estuvo manejando el caso Jesús, una vez que éste le fue entregado para que aquel definiera su destino, Cristo le dijo: "Tú no tendrías autoridad sobre mí, si no te hubiera sido dada de arriba".

El mismo Dios marcaba en Pilatos el destino de Jesucristo, porque estaba escrito que así debía desarrollarse el plan de Salvación; y por eso nuestro Redentor, cercana la hora de su sacrificio, no imploró a ninguna otra autoridad para vislumbrar alguna posibilidad de acomodar las cosas de una forma que no implicara el calvario que viviría, sino al propio Dios: "Señor, si quieres aparta de mí este caliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya".

Por lo tanto, si la religiosidad contra la que el pastor Bertucci ha emprendido una lucha feroz, pudiere estar representada en las leyes de Dios, bueno, no es contra las leyes que él mantiene la lucha, sino contra el mismo Dios, porque las leyes no se hicieron a sí mismas; Dios las hizo.

Promulgar el mensaje de Jesús de Nazareth es lo más importante que podemos hacer quienes le seguimos hoy en día, porque es él la persona escogida por Dios para justificar por "Gracia de Dios", a quienes por una o mil razones incumplen, condenándose, la Ley; pero Jesús no vino a echar la Ley al olvido, no vino a considerarla un muro entre Dios y los hombres; él está para tener misericordia de quienes conscientes incluso de la Ley y sus implicaciones, no pueden en un momento dado, por la razón que sea, someterse a ella, y que además, aceptan el sacrificio de Cristo como un acto de Salvación y Redención, consumado para ellos. Jesús no le dijo a Magdalena que siguiera cometiendo adulterio y tumbara el muro de religiosidad entre ella y Dios, sino "Vete y no peques más".

La Gracia -afirma la Biblia- sobreabunda sobre el pecado, porque hay pecado; por eso Cristo vino a sanar enfermos y no sanos, porque deducimos que "enfermos", aplicado en la metáfora, involucra al hombre o mujer en pecado; si no hay pecado no hay Gracia que sobreabunde, sino apego a la Ley; santidad. Si la Magdalena volvía de nuevo, por una u otra razón a pecar, o reincidir en adulterio, entonces reiteraba su estado de condenación, y debía volver arrepentida a tomar para sí el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, para ser lavada por la sangre del cordero, derramada, una vez y para siempre ahí.

La actitud del cristiano en todo momento, no debe ser asumir la Gracia de Dios como un salvoconducto para pecar todo lo que quiera y sentirse salvo y redimido haciéndolo, porque "acepté a Cristo como Señor y Salvador"... Es lo que creo; la mira debe estar puesta en "no pecar más", en "ser Santos como nuestro Padre que está en los cielos es Santo", en "buscar el Reino de Dios y su justicia para que todo lo demás venga por añadidura".

Así que no creo que entre Dios y el hombre esté interpuesto un muro de religiosidad, como se dijo hoy en el programa. Entre Dios y el hombre está interpuesto el pecado del hombre; eso es lo que separa al hombre de Dios; por eso la Palabra dice: "Ni los homosexuales, ni los idólatras, ni los borrachos, ni los glotones, etcétera, verán el Reino de Dios".

Si estás en pecado, de acuerdo a esto, y quieres ponerte en buenos términos con Dios, no importa si estás vestido de nazareno, subiendo una elevada cuesta de rodillas; o si oras el rosario consuetudinariamente en una iglesia; o si pides humildemente en tu habitación; o si usas falda larga o minifalda; o si estás parado en un púlpito considerándote imprescindible para Dios y los hombres, porque sin ti, y tu grupo, no habría quien ejerza una actividad de facilitador que derribe los muros de religiosidad, u otra cosa. Lo que importa es que sepas que "el diablo está como león rugiente buscando a quien devorar", "que se viste de ángel de luz para engañar", "que la paga del pecado es muerte", "Que es ancho el camino de perdición, y angosto el de salvación", "que no importa la Iglesia donde vayas si a los pies del calvario estás tú"...

El cristiano tiene una lucha que "no es contra sangre y carne, sino contra huestes celestiales"; es tonto erigirse en adalid de una lucha soberbia, contra el grupo de ancianas que acude diariamente a misa a rezar el rosario, con un velo en la cabeza, bajo el estandarte de la anti religiosidad. Porque un velo o un rosario pudieran no tener mayor o menor significado que un traje elegante o una corbata fina. Lo importante para el Reino de Dios, son los hechos; porque muchos delitos se han cometido a lo largo de la historia, con una estampa de la cruz de Dios en la franela; y también muchas buenas obras para ayudar a las personas necesitadas, se han hecho con una humilde vela en la mano, y un velo en la cabeza.

...O volcándose ardientemente a la oración, como Ana, la madre de Samuel, quien ofreció a su hijo al sacerdocio, y aun mediando sarificios, rituales, prácticas formales, religiosidad, y más, Dios no atisbo entre ella y él, muro alguno, y le concedió la Gracia de ser madre; recibió a Samuel, y lo hizo rey de su pueblo escogido, Israel; y ya anciano, lo constituyó en el emisario de confianza por medio del cual buscar a quienes le sucederían en el trono.

"El árbol -ayer, hoy y mañana-, se conoce por sus frutos".

Considero una bendición la labor que realiza el grupo llamado "El evangelio cambia", pero desde que Cristo vino al mundo, hasta hace algunos años, cuando dicho grupo fue creado, la avanzada del Amor cristiano, desde diferentes perspectivas de religiosidad, tenía siglos apoyando la labor de Dios en la tierra.

Dios no está en la religiosidad que niega a Dios en sus hechos, pero sí está "en la que está con él y no contra él", en la que "con él recoge y no desparrama"; en la que salva drogadictos y los convierte, en la que cuida ancianos, en la que brinda educación, alimentación, deporte, luz, y todo aquello que siempre ha estado ahí, "como ovejas en medio de lobos", siendo desde una lámpara en alto, encendida, "luz del mundo y sal de la tierra"; reivindicando desde la más refinada humildad, principalmente, la égida gloriosa del Rey de reyes y Señor de señores, Jesucristo; del amigo Jesús, del pana bien que siempre está a la puerta y llama.

 
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