miércoles, 30 de diciembre de 2015

SIN NICOLAS

Se perdió Nicolás en estas pascuas
dejando este país a la deriva
los que esperan por él se hallan en ascuas
víctimas de tamaña lavativa

Dicen que son urgentes las medidas
y que bueno es quien cumple si promete
que bien se sabe ya, no es el rey Midas
pero lo que ha dejado no es juguete

Se corren muchas bolas, radio bemba,
Twitter, Facebook, no hay ya quien los detenga
y en TV no hay ningún canal sereno

Sólo una periodista filtró un dato
de los que cree siempre algún pajuato:
"Un caucho se espichó a Rodolfo el reno"


lunes, 28 de diciembre de 2015

Las Redes Sociales y el miedo a la libertad

"Mientras tememos conscientemente no ser amados,
el temor real, aunque habitualmente inconsciente, es el de amar". Erich Fromm.

Los foros virtuales, Facebook, Twitter, Instagram, entre otros, además de aquello que signifiquen para usted en lo particular, son factores de temor para quienes sienten recelos por la libre expresión y/o gustan de canales de opinión de baja efervescencia comunicacional, acaso por representar potencialidades de impacto más equilibrado, menos agresivo en el rebote, si observamos lo común en los controles de la mediática comunicacional -previa a Internet, pero aún marchando en simultaneidad con éste-, en los que el prejuicio esté instalado, coadyuvando a que las confrontaciones o simples comentarios, se sujeten a consideraciones determinadas por la línea editorial.

Las redes sociales, son en efecto, una descarnada profusión de palabras e imágenes que no discrimina al usuario casi bajo ningún criterio de categorización, descontando excepciones aisladas, que extienden alguna advertencia para contenidos que a la luz de los propios responsables de aquello que se difunde, pudieren herir la sensibilidad de, o resultar perjudicial a, quien pulse las teclas que otorguen la correspondiente permisividad.

Trazando bosquejos de por qué surge el factor temor, o miedo a la libertad (Fromm), en medio del remolino de voces, fotografías, videos, que se proyectan a través de las pantallas de cualquier objeto "integrado", y habilitado por configuración para interactuar en los contextos de la vanguardia tecno-satelital vinculada a la comunicación audiovisual, podemos destacar como uno de los principales detonantes, entre otros, a evidentes atavismos de carácter fascista, expresado en la aversión anti-red, que hoy comienza a manifestarse, como algo más que un balbuceo, desde algunos flancos de opinión, que sin dudas preferirían una dimensión comunicacional concentrada discretamente en parcelas públicas, incluso susceptibles de censura, donde fuese necesario hablar según las normativas de aquella abortada ley -a Dios gracias-, que borroneó en su momento una magistrada de renombre, y que entendimos, circunscribía las posibilidades de opinar, tan sólo a personas acreditadas en el tema específico a tratar; sin salirse en ningún momento de los límites establecidos por las sanciones inmanentes a dicha ley, que hasta contemplaba encarcelamientos de varios años; un "¿Por qué no te callas, Venezuela?", similar al que espetó al ex presidente marxista que tuvimos, Juan Carlos, rey de España.

Quisiera omitir la cita que me impulsó a desarrollar precisamente este material para mi blog pablojfierroc.blogspot.com, pero dada la elocuencia y lo inteligible del fragmento de Marisol Pradas, consuetudinaria columnista del diario Notitarde -que muchos de ustedes habrán leído hoy domingo-, no veo mejor puente para redondear el meollo sin evasiones laberínticas o insustanciales regodeos:

"El ego del ser humano ha encontrado su dimensión exacta en las redes sociales: allí todo el mundo se cree capaz de contribuir a las decisiones más importantes y creen por demás que la opinión allí expresada destaca por encima de muchas -puesto que son visibles-; si son amadas o repudiadas al final todo parece igual dentro de ese gran mazacote intempestivo, en las que resalta mucho más la miseria humana que la alegría de sabernos un poco más creciditos como humanidad".

No es esta periodista, la única persona de algún relieve público en la que se puede observar reticencia a las redes; anteponiendo en este caso, la necesidad de mantener nuestras vergüenzas humanas bajo la alfombra, y no en la superficie de la sala, a la vista de propios y extraños; y tal fóbica propensión puede ser considerada bajo una óptica condescendiente desde nuestro ser "generoso", que otorga a cada ciudadano del mundo, la potestad de tener escrúpulos de acuerdo a su propia medida; creo que representamos una gran mayoría aquellos que preferimos toparnos con el borracho y no con el vómito, con el bebé sonriente y no con el pañal; aunque a veces programas como "Guerra de sexos" en los que el divertimento consiste en ver a la gente en contacto con animales o sustancias repulsivas, y algunos talk show leguleyescos mueven seriamente a la duda.

Ser twitteros o teclear duro en Facebook adolece a saber, leyendo a Pradas,  de la condición para ella imprescindible, de comunicar para ser amados, aprobados, aplaudidos o cuando menos para no recibir el inmediato feed back que no es posible elaborar, sentado un domingo, sereno, leyendo lo que ofrece el menú habitualmente, si a la sarta demoníaca de programadores de software, no se les hubiese ocurrido reunirnos de "tú a tú" con cuanto ser despojado del factor temor, pulule en el maremagnum tecnológico de los nuevos tiempos, la gigantesca atarraya, donde "de mosquito p'arriba es cacería".

Si Pradas desglosa el mencionado resentimiento: "allí todo el mundo se cree capaz de contribuir a las decisiones más importantes y creen por demás que la opinión allí expresada destaca por encima de muchas", interpretamos un asombroso anhelo de exclusivizar la palabra; un "'chavezcandanga' dixit" inobjetable; un twitteo de salutación navideña por parte del actual Presidente, al que sólo le pudiera contestar un selecto grupo de usuarios previamente auditados, nada más que para evitar pesadas sensaciones de desprecio a la magna investidura. 

El cruce de palabras entre familiares distantes; las tertulias especializadas donde cualquier diseñador gráfico neófito puede consultar una inquietud a Santiago Pol, o éste aclararla; Carlos Cruz Diez, Juvenal Ravelo, María Corina Machado, José Joaquín Burgos, Lilian Tintori, Bill Gates la hija de Simón Díaz; Fruto Vivas, Capriles, los banqueros, los hijos de vecino, y más, como seres desprendidos de la distancia o la soledad porque pueden enviar privados y chatear con quienes permitan la reciprocidad; unos en algún lugar de Chejendé, y otros en la conchinchina.

"Esos monos somos nosotros" dice Harry Haller, peculiar personaje delineado por el alemán Hermann Hesse en "El lobo estepario", un clásico de la literatura universal, donde se ofrece una intríngulis específica que no comentaremos aquí; pero las redes sociales, esa posibilidad maravillosa, democrática, beligerante, participativa, protagónica, entre muchas otras cosas, es también -obviando lo anterior- para la columnista Pradas "un mazacote intempestivo".

Bien, estimada, ese mazacote, somos nosotros.









domingo, 20 de diciembre de 2015

Alfaro Ucero en un lugar de la mancha


El nuevo diagrama político proyectado para el punto cíclico que abrimos luego del triunfo electoral de la unidad democrática, nos acerca al país nuestro, con una convicción más razonable, respecto a la idea de que habitamos un contexto patrio, republicano, y/o geográfico, incluso, más real; o visto en contraposición: menos comiquita, pandemonium bizarro, surrealismo mágico.

El patrimonio "pata en el suelo", o dominante porcentaje de pobreza, siempre por encima de la media, ya no es para honor de las certezas anheladas en aras del buen juicio, un bloque de fanáticos apelmazados en la balanza; una plataforma de incondicionales extendida bajo un discurso, a lo largo de largas avenidas donde rebosan en la óptica de binoculares henchidos como cerdos americanos, por el gozo de no atraparlas enteras; por la lujuria de que en un punto se diluyan, se difuminen como hormigas. cada vez más diminutas, y en definitiva se esfumen, desaparezcan en la reverberación soleada de la distancia; por el solaz de hallarse circunscritos por fuerza de multitudinario apoyo, a escenarios felices de comodidad; sentirse atornillado en el poder por una mano descomunal, fuerte, definitiva.

El lugarcomún de la desacralización, requerida porque nos hallamos de pronto, mortales, hijos o nietos de María pueblo, de Juan el del barrio, o de Pedrito de los Palotes; afectados de intelectualidad por rabiosa lectura, pero víctimas "gracias a Dios" de aquello que nos mancha el paltó, en ocasiones, con el estigma de la exigua gnosis frente a la inconmensurable cosmogonía de la estrategia divina, providencial; el platanazo por altura, sin paracaídas u otros artilugios de protección; que no puede desfigurar un gesto soberbio, un misil argumentativo de subestimación; y menos aún, un revanchismo perverso de muchachito malcriado, que ni el pollo ronco aquel de "devuélveme mis peroles": como quisiste cambiar tu terrible situación, "devuélveme mis peroles, devuélveme mi reloj, devuélveme aquella foto donde salimos los dos" (Serenata).

Parece una indefectible condición, un distintivo constante en las derrotas, el pataleo de ahogado; la supresión gentil de la respuesta humilde cuando la suerte o la lógica nos son adversas, y carecemos por supuesto, de hidalguía, del guáramo gallardo por parte de nuestro ser excelso; cuánta falta hace, en ocasiones, en quienes llamaron por las paredes ennegrecidas de aerosoles, a defender el legado del supremo, el llamado humilde pero noble, a "deponer las armas, por ahora, porque los objetivos no fueron logrados", frente al dedo en el cuello de Oblitas, y la declaración firme de Lucena, la irreversibilidad del 6D; gracias a la cual una amplia mayoría amaneció de democracia en la Asamblea, y se materializó en parte el sueño que forjó el pueblo para que el país empiece a ser de todos; y nos sentimos, en alfaroucereana embriaguez, guapos y apoyados por todo el cañón, para celebrar la robustez de las posibilidades que resurgieron, bien apadrinadas, en estas recientes votaciones.

Querido Sancho, los perros siempre ladrarán en algún lugar de la mancha, porque hueso de costilla asada es muy sabroso cuando no hay nadie que lo arrebate, sobre todo si el arrebatón viene refrendado, como reivindicación venturosa de navidad en víspera, por altas jerarquías militares, honrando una institución que nunca debe abstraerse de su prosapia heroica, valiente, bolivariana.

No obstante, también se quiere pasar como lugarcomún la vertical intervención del General Vladimir Padrino López, de acuerdo a las versiones que lo involucran en anécdotas sobre la jornada electoral, para que el resultado que surgió en la mesa rectoral fuese respetado; "deber ser" que no debe constituir sino una regla a defender en todo momento a capa y espada, sin atender a demandas de los privilegios que se exponen, a bosal de arepa, prebendas u otros.

Nada más natural que el baile zumbaíto de Allup, feliz por los resultados, la euforia de Lilian Tintori y otros líderes; las expectativas, también, de quienes determinarán el rumbo que asuman los nuevos diputados, con las tensiones a manifestarse de cara a la selección del presidente de la Asamblea, u otros eventos donde los acuerdos no vienen dados por un sabelotodo individualista y megalómano al que nadie puede proponer un argumento diferente.

Más allá de lo que de éxito se pueda augurar a Borges, Torrealba, María Corina, Leopoldo, Capriles, Mitzi, Ledezma, y todos los que se fajaron por los sueños para llevar adelante esta esperanza; más allá del triunfo que se le pretende esquilmar mezquinamente al pueblo que votó por un cambio, envío desde aquí -independientemente de que esté saludando un deber cumplido-, mi humilde orgullo "venezolanista", patrio; mi satisfacción civil, por el gran desempeño que nos ha brindado el glorioso Ejército Nacional, las Fuerzas Armadas Nacionales.

Ninguna persona es perfecta, y por tanto ninguna institución, pero hay en cada uno como individuo, o como parte de colectivos, ciertas facetas de perfección, y es el momento en que hacemos lo correcto; cuando sin que nos tiemble el pulso, dejamos de lado la gama de oportunidades que nos invitan a decidir de acuerdo a intereses personalistas, y optamos, elevándonos espiritualmente, por darle valor al libro de nosotros todos, hermanados por deberes y derechos de justicia: la Constitución Nacional de la Republica Bolivariana de Venezuela.


















lunes, 7 de diciembre de 2015

Epílogo winstoniano

Un compungido Presidente Nicolás Maduro, afrontó la derrota 6D, aceptándola, por un lado, y atribuyéndola a la “guerra económica”, a fin de esgrimir ante el país, una  variable con fuerza para interpretar el reciente hecho político, desde las filas que representa –digamos, sectariamente, porque un presidente es para tod@s-, tal vez como recurso de consolación al remanente de parciales, a quienes sin dudas debe pesarles hoy la derrota, pero que ya pudieran tener el cuero curtido por lo adverso, con un líder máximo, supremo, ido ya hace un buen rato, como cualquier mortal de tiempo choreto o desajustado de alguna manera, y no preciso, perfecto como el de Dios.

Perder la Asamblea, no puede ser equiparable a ver desvanecerse en la corriente histórica, a quien se embolsilló la lucha sempiterna del chiripero que forjó la izquierda en Venezuela, el juramento del Samán de Güere, el PSUV, la “bicha”, y otros factores políticos y/o institucionales, en un personalismo confeso, bajo la convicción de que pasaría mucho tiempo antes de que alguna de las piezas que utilizaba en el tren ejecutivo u otros, pudieran tener la talla caudillista, que él –del linaje de Maisanta-, ostentaba; “por ahora” todos ellos servirían para que alguien llevara sobre sus hombros los pertrechos de las malas políticas; las culpas no pueden ser espectros apátridas en pena; alguien debe arrear con ellas, asumirlas, otorgarles propiedad.

De ese fuelle estertorero hablamos, de ese débil pundonor que permite balbucear cualquier aventura semántica sin resuello, anclado en la claridad de una dicción post derrota, aún inteligible, al momento en que definimos el par de palabras que titulan
 lo presente.

Noticierodigital nos dio la pauta, al traer un parafraseo doliente –así lo percibimos-, en boca de Winston Vallenilla, procurando en la nostalgia corporizar la humanidad de aquello que no se hizo sangre, ni voz, ni nada en los afiches publicitarios, en los avisos de prensa, en las vallas, u otros, como último recurso para avivar la indiferencia soberana, cansada de desabastecimiento, de colas, de sin luz, sin agua, sin esperanza: “Por ahora los objetivos no fueron logrados”.

 

El cambio que refleja este hito en el devenir político en que vamos inmersos, no pudo ser detenido por el rostro sonriente de Chávez, por doquier, como evidente testimonio, de que “por aquellos montes lejos”, como él solía cantar a su camarada Acosta Carlez, todavía algún vaho de figuras lejanas en la memoria, proyectaba la certeza, de que el controversial personaje tenía razón, y se la daban de forma taxativa los propios “no somos nada” que hoy amanecen disminuidos en el mapa pintado casi todo de azul.

 

Porque los herederos del chavismo y sus hechos, prefirieron dejar en el recuerdo de quien los consideró incapaces de llevar adelante un buen proyecto de país, todo argumento razonable, toda exposición lógica de los aportes sin aquel, en una subestimación propia que tenía obviamente que resultarles contraria.

 

No puede ser otro, el perdedor de esta jornada, que el propio Chávez, porque las consignas que exaltaban el ánimo de un pueblo por mucho tiempo fiel –al caudillo-, se aferraron siempre a paradigmas determinantes, como aquel según el cual “Con Chávez manda el pueblo”, y Chávez ya no estaba; o el otro que afirmaba: “Con Chávez todo, sin Chávez nada”; y quien llevaba ahora la voz cantante en el balcón del pueblo, era un minusválido de liderazgo, un discapacitado intelectual, sin Chávez; un huérfano de brújula, de acimut.

 

Alguien que según sus propias palabras, no pudo revertir una derrota en la “guerra económica”, desde el Poder con todo, con medios, con petróleo, con dinero, con países aliados, con préstamos de China, con habilitantes, con ideologías utópicas, y sobre todo con pueblo; pueblo bachaquero de compra y venta, pueblo de colas, de tiempo perdido, de presión OLP; pueblo deportado; pueblo mermado en su aparato productivo, en su maíz materia prima, en su harina procesada, blanca, para mandoquitas, empanaditas, arepitas dulces u otr@s.

 

El “por ahora” del líder máximo del chavismo, hoy alicaído pero abrigando una nueva esperanza en sus bases pueblo, golpeadas, estimuló en proporciones agigantadas el estado apagado de un pueblo venezolano mordiendo polvos diarios en el paisaje puntofijista postrero; iluminó su faz; insufló oxígeno para abombar los comprimidos pulmones ya precarios; pero el endiosamiento que a sí mismos se otorgaron, con la osadía de segregar anticonstitucionalmente a sus propios congéneres, al parecer con revanchismo, llamándolos escuálidos o tratándolos como venezolanos de baja categoría, fue transformando aquel huracán de aliento y arcoíris con bálsamo de pueblo, en un proceso real para el complejo mundo nacional, con anticuerpos “no come cova” de vertical dignidad.

 

Hasta llegar al insoportable llegadero, bosquejado en el país que tenemos; delineando el surgimiento, auge y caída de un ciclo de expectativa sobre lo que pudo ser y no fue; al epílogo winstoniano susurrando un “por ahora” bucólico, parado en la surraspa de patria que nos dejan los trapos rojos en la arena de la circunstancial derrota, luego del otro, genésico, primigenio, auspicioso, de un arañerito llanero, sin aureola ni unción “patria o muerte” de sacra nombradía.

 

Hoy pudiera leerse en la irreversible victoria de la Unidad, en la manito ganada, una tabla rasa que nos catapulte juntos al futuro; con el no somos dos bandos necesario templándonos las orejas a cada tentación separatista; con el oído al tambor constitucional abriéndonos los brazos amorosos a la Justicia, sin tiranía, como soñó nuestro sempiterno Simón.

 

De aquí en adelante no queda más nada qué decir; sino entender que las cosas deben cambiar no para que todo siga gatopardianamente igual, como decía el cuento aquel, sino para que cambien. Pa’trás espantan.




 
Free counter and web stats