Pablo J. Fierro C.
Una de las piezas del Partido Social Cristiano Copey, como delfín calderista, candidateable para alcanzar la primera magistratura del País, antes de la V República, estuvo encarnada en Oswaldo Álvarez Paz, a quien cito hoy dado mi inmediato abordaje al tema que el Presidente de la República Bolvariana de Venezuela, señor Nicolás Maduro, pone en el tapete mediático, a través de ciertas consideraciones -él lo llamo mensaje a Lorenzo-, que realizó en torno a la problemática económica que se supone en revisión, destinada a tomar medidas que coadyuven a las necesarias soluciones.
La esencia, de dicho planteamiento, aguas abajo, puede interpretarse como un decidido impulso, hacia un orden de cavilaciones proactivas, que acogen como válida, la restricción entubada, de las diversas posibilidades en que hasta ahora, "Dios y el Mercadeo" (evoco a OAP), han dado pie, a que las estanterías de supermercados, bodegas, tarantines y otros, de vez en cuando dispongan de un tipo de producto con base de harina de maíz, que mucha gente compra, porque para su preparación, de acuerdo a estudios de mercado que definen la necesidad, se aplican agregados que por un lado sólo incorporan un sabor distinto a la aprepa, y por otro, implican la diversificación de uso, en medio de una dinámica creativa, que concentra en la variedad de paquetes de 250, 500 y 1 Kg entre otros, productos de nuestro costumbrismo patrio, como la arepita dulce, la cachapa, la empanada, la mandoca, etcétera.
La empresa privada, como es sabido, adquiere para la fabricación de productos de consumo masivo, como en el caso presente, los insumos, y cubre la multiplicidad de gastos e impuestos que conlleva, sobre la base de la adquisición de divisas -dólares-, para lo cual el gobierno maneja políticas que favorecen al empresario para estos fines, o simplemente lo limitan, en el mismo sentido.
En el mensaje que el Presidente Maduro extiende a Lorenzo -empresario venezolano-, parece dejar claro que la asignación en dólares que éste podrá recibir en su gestión cambiaria, deberá estar estrictamente supeditada a la fabricación exclusiva de la harina de maíz monda y lironda, normalita, como dicen... es lo que se desprende del título que cuelga en su ventana de hoy 4 de febrero, el portal web "noticierodigital": "Maduro envía 'mensaje a Lorenzo': Se acabó la harina de maíz precocida con saborcitos y aliñitos".
Maduro es un Presidente que ríe mucho, y eso me parece bien; pero cuando en la foto que acompaña el extracto de la web, aparece sonriendo, y estableciendo su sentencia, no puedo dejar de pensar en una recordada canción de la voz sureña Mercedes Sosa, preguntándole a un personero de investidura, en torno al motivo de su gesto alegre (¿De qué se ríe, señor Ministro?).
Así como cuando algunos están un tanto subrepticiamente agrupados entre chistes y carcajadas, y uno pasa y les dice: Oye, echénme el cuento a mí también para reírme.
Y es que la ironía implícita en el texto sólo, sin la foto, revela la situación, de un Presidente alegre, porque de ahora en adelante, el mercado cautivo de dichos rubros, dejará de degustar en su mesa, la serie de condumios mencionados, y volver a la rutina medieval si se quiere -para aquell@s que necesitan "tiempo Oster"-, de llegar tarde de las colas a preparar, con lo que consigan, dichas delicias.
El empresario Lorenzo, deberá echar por tierra, a su pesar, seguramente, lo que fueron faenas de estudios mercadotécnicos, brainstormings, observación de necesidades, branding, y otros, para sin libertad de empresa, reducir su pasión creadora, al polvo blanco, con el que al ponerle el agua y la sal surge la arepa; "¡Coman arepas!" Debería decirnos Maduro.
Yo me pregunto ¿Por qué antes de caernos de la risa porque, "lerolero, Lorenzo, cómo te quedó el ojo", no aplicamos el impuesto suntuario también a la cerveza?
¿De qué nos reímos, señor Presidente, de que vamos palo abajo y lo que antes fue un país próspero, donde la renta petrolera principalmente, era objeto de un uso que por lo menos garantizaba unas calles sin desorden y unos estantes repletos, ahora es un Titanic hundido cuyos resonantes logros es bajarle los sueldos a la burocracia (?), y estimular la no diversificación?
Yo no le veo la gracia.
Yo creo que el mensaje que usted debería mandarle a Lorenzo para que nos cuajemos de la risa, es que se goce en el hecho de que de ahora en adelante, no sólo podremos tener masa para empanadas, cachapas, mandocas y arepitas dulces, sino también domplinas y torta burrera, o qué sé yo...
Esas mesas "sin vida, sin berro y sin amor" -como dice aquel "Me fui para Nueva YorK"-, fastidiosas, de arepa con mantequilla, cómo no, resuelven, pero eso no es en ninguna forma el sueño marxista-leninista, hegueliano, la utopía socialista ¿O sí?...
Si usted gerencia un sueño Siglo XXI de aparato productivo quebrado, un abastecimiento monótono y oloroso a "mente cerrada", un "coman arepa", así, a lo juro...
Entonces... ¿de qué se ríe?