Siempre me ha parecido de un tono jocoso excelente, que delínea con claridad la chispa nuestra, aquella breve frase utilizada para advertir a alguien que nos intenta defender de una manera tan burda que por el contrario nos hunde más, "No me defiendas, compadre".
Mi posición política actual, sólo militante con mis personales convicciones, estrechamente ligadas al mensaje cristiano -específicamente en intención, porque la acción no la juzgo-, se ubica en un plano de independencia o imparcialidad, de cara a otras posturas más o menos radicales, como pueden ser los frecuentes conceptos que esfervecen en nuestro día a día doméstico: Oposición, por un lado, Gobierno, por el otro.
Me introduzco de esta forma, porque requiero afirmar que desde esta perspectiva no militante en los extremos dichos, puedo tener libertad de hablar por mí mismo, sin solidaridades automáticas que en determinada situación me obliguen a ir en contra de mis propios principios para respaldar algo en lo que no creo, por línea cupular o similares.
Y así, sin ataduras, se ma hace notorio más fácilmente, que adolezco de razones de peso como para llegar a pensar alguna vez, que desde cualquiera de esas dos tribunas que pudiéramos catalogar autoexcluyentes, alguien pueda venderme la idea acerca de su propio inmaculado desenvolvimiento, como para erigirse en autoridad plena de dignidad, desde la cual juzgarlo todo sin atisbos de condescendencia por supuestos "pecadores", ajenos a él, o ella. En otras palabras, estoy persuadido, de que "Cada pulpero alaba su queso", mas "El árbol se conoce por sus frutos"; y basta probar un poquito de la mercancía que nos quieran vender con un buen anuncio, para saber que nos están queriendo pasar gato por liebre.
Es dónde uno se pregunta, frente a expresiones tan aparentemente traídas por los pelos como la de la ciudadana que escribe para Aporrea.org Alice, "¿Por qué engañan?" Ignoro si ustedes leyeron su artículo "Nos quiere desnutridos, sucios y borrachos; Polar/Mendoza me quitó el maíz, el detergente pero no la cerveza" (http://www.aporrea.org/actualidad/a203198.html); donde desarrolla una especie de reclamo, con esta llamativa afirmación:
"La clase empresarial toda ya sea local y global que han venido acaparando, especulando y creando el desabastecimiento nos quiere mendigos y por tanto desnutridos, sucios y borrachos. Y aparte idiotas, es decir que no asumamos el rol de ciudadanos conscientes de lo que pasa realmente y que creamos que el culpable de todo es el gobierno nacional. Pero gracias a Dios, el pueblo se ha dado cuenta de las intenciones de fondo y forma de los empresarios y sus engañosas pretensiones, ya la sabiduría nos dice: 'por sus frutos lo reconocerán'". Alice Socorro Peña Maldonado.
No me las sé todas en Economía y/o Finanzas, siempre lo he dicho; al contrario, sé muy poco -supongo-, pero recuerdo claramente que cuando se implementó el impuesto suntuario a ciertos productos que no fueran de importacia vital para los venezolanos, un funcionario gubernamental, el señor Davd Cabello, Ministro de Finanazas, informó al País, lo sigiente: "la cerveza, incluyendo las de producción artesanal están exentas del pago del mencionado impuesto. 'Porque es la bebida más popular, la que el pueblo consume y estas medidas no van a afectar al pueblo'".
http://www.dinero.com.ve/din/destacados/impuesto-no-aplicar-la-cerveza#sthash.LrTGCJig.dpuf
Es decir, ciudadana Alice -tiene un nombre bonito-, dicha medida, relativa al impuesto suntuario, no está determinada por la empresa privada, en este caso concreto Empresas Polar, sino por el Presidente al que obviamente su artículo exonera de la responsabilidad que sí le pertenece.
Entiendo que usted le reclama el maíz a Polar, pero alguien debería reafirmarnos, que el maíz no es producido por la empresa Polar; perdónenme si me equivoco, pero existió aquí una empresa española (Agroisleña), que suministraba un gran porcentaje de maíz a las empresas procesadoras de Harina de maíz blanco, amarillo, etcétera -entre otras, de las cuales quedan algunas todavía-, y el gobierno revolucionario las expropió o algo así; y quedamos en minusvalía por ese frente.
Polar no produce maíz, lo procesa, y de acuerdo a lo afirmado por el señor Larrazabal, entre otros, vocero de dicha empresa, trabajan al 100% con la materia prima de que disponen, para abastecer un mercado de casi el 50% contra unas 17 empresas del gobierno, que surgieron para cubrir la demanda nacional, y que entre todas no llegan a lo que produce Polar, gracias a quien todavía comemos arepas -ya se nos acabó la papa frita, y el pollo y la carne parecen ir por el mismo camino, si son ciertas las afirmaciones de algunos voceros que sostienen estar trabajando a pérdida, y los precios, por las nubes. Polar, dijo Larrazabal hace unos días, perdería unos cuantos millones al año si el precio del paquete de harina se fijaba a 19 Bs como estableció el gobierno en un principio. El incremento del costo del máiz que se le vende a Polar, se ubicó en un 218%, por ahí, y la harina, a 19 Bs, representa un incremento en el costo del paquete, del 53%... Saque cuenta para que vea cuánto pierde por paquete la empresa que está realmente surtiendo lo poco que llega a las estanterías.
Este artículo debería enviárselo a Aporrea, sin hacer ningún tipo de observación, pero como he notado ciertos filtros para publicar lo que envío, en ese portal de quien siempre estaré agradecido por darme espacio para decir, lo deslizo un poco a manera de réplica, como venezolano que tiene un punto de vista distinto a la ciudadana escritora aludida, y que cree estar ofreciendo argumentos evidentemente sustentables.
Porque, o la compatriota Alice está muy mal informada, o yo, o la ética socialista brilla por su asencia y se está aplicando en lo que se ha denominado desde el gobierno "guerra económica" una estrategia de engaño que habla muy mal de los baluartes ideológicos que dieron vida según Chávez al impulso genésico que los alimenta como superestructura: "Cristo, Bolívar, Russeau, Martí, Robinson, entre otros".
Si el gobierno va a dar una guerra económica, creo yo, no debe darla mintiendo, engañando, porque eso sería una guerra en contra de nosotros mismos, una guerra chacumbeliana, sin dudas, que bien pudiera considerarse, retrotrayéndonos a la guerra civil española, bajo la óptica del método quintacolumnista; es decir, cuchillo para nuestro propio pescuezo; o pan pa hoy hambre pa mañana.