HOLA,
SOLEDAD
Pablo J. Fierro C.
“Soledad yo
soy tu amigo; ven y vamos a charlar”.
“Hola Soledad” cantada por Rolando la Serie.
“Hola Soledad” cantada por Rolando la Serie.
Desde hace años, me topo en Notitarde, con un
espacio para la lectura al que administra con consistentes dotes para desarrollar
ideas, análisis, opiniones, y todo el conjunto de variables necesariaspara
escribir artículos, alguien que si mal no recuerdo, es periodista.
Digo que escribe bien; excelente uso de la
gramática y un vuelo poético particular.
A Soledad Morillo de Belloso, no la conozco
sino, así; sus letras y pensamiento, antes más o menos comprometidos con el
quehacer político, y ahora, un tanto más filosófica; pero siempre brindando en
cada entrega, la manifestación de que cuando nuestra mirada recorre en vertical
las estructuras ideográficas que su intelecto recurrentemente aporta al debate
cotidiano, hurgamos en las inquietudes ciudadanas de una mujer perspicaz,
avisada;aventajadamente preparada desde el punto de vista técnico -sin dejar de
observar lo académico, y/o espiritual; y/o ideológico-y sobre todo, portadora
de una apreciable cultura democrática; nos habla desde su tinta, de alguien a
quien el tiempo pretérito dirigió con mano paternal, por senderos lumínicos
donde los corpúsculos mayoritarios revelaban acendrados valores para forjar
libertad, justicia, mayor suma de felicidad posible, razón, etcétera…En ella,
sin dudas, están Rousseau, Bolívar, Martí, la generación
del veintiocho… Gallegos, Andrés Eloy Blanco…
En “Santo remedio”, su dominical más reciente,
aborda el tema religioso; una de mis más apreciadas obsesiones.
Soy escéptico para todo, menos para la creencia
en Dios; creo hasta ahora, que es la única manera de ganarme el cielo. Uno debe
torear, frente a los cachos del “mundo”, insinuaciones que aluden categorías de
“fanático”; asunto que por sí solo, incomoda bastante.
Soledad Morillo, se reconoce a sí misma, en
estas áreas del conocimiento, como una católica no de esas “ortodoxas”, sino
por el contrario, “de poca persignación”; es decir, pudiera pensar uno, también
un tanto perspicaz, de esas y esos para quienes su “sí”, no siempre pudiera ser
“sí” y su “no” no siempre pudiera ser “no”; esto lo entienden rápido, sobre
todo quienes tienen “ojos para ver y oídos para oír”, pero indica en definitiva
que Dios no nos quiere tibios, nos quiere “ortodoxos”; entendemos la ortodoxia
como el “apego a los principios”.
Hablar de un católico “de poca persignación”,
es hacer referencia a aspectos formales que en verdad no tienen mayor
importancia, porque en términos “ortodoxos”, “el árbol se conoce por sus
frutos”; o sea que si no me persigno, pero cumplo con mis deberes de fe, no hay
problema; pero hablar de un católico “no de esos ortodoxos”; es sencillamente estar
en la presencia de alguien que pudiera pasarle al prójimo en necesidad urgente o
no, por un lado, y hacerse, como decimos los orientales, “el de Río Caribe”; o sea, recordemos al Padre José
María Rivolta, el que “cumple y miente” –explicando él la palabra
“cumplimiento”-; no digo que Soledad –permítaseme la comunicación informal-,
“cumpla y mienta” a ultranza, o que pudiera hacerlo eventualmente-; lo dicen
sus propias palabras.
Mi balance acerca de “Santo remedio”, para no
extenderme mucho, es que en líneas generales, ofrece elementos para considerar
que en general, edifica; y eso, en mi opinión, es lo más importante;
reconociendo ella con sinceridad que se le aplaude,su forma de asumir la
religiosidad;ofrece al público una amable exhortación a sintonizarse, en
definitiva, con los más elevados valores de formación civilizatoria; tanto
desde el punto de vista del judaísmo, como del cristianismo. Pecado o delito,
lo importante es vivir en armonía con el prójimo y con las autoridades.
Pero, disiento un poco de la forma en que, con
un pie adentro y otro afuera de “la verdad”, se manejan displicentemente, esos
asuntos, sin duda sacrosantos, para quienes valoramos un mundo sin anarquía,
asociando el hecho de la fe, con la nomenclatura publicitaria, mercadotécnica,
dada la intencionalidad estratégica-comercial del campo profesional mencionado:
“Allí se quedaban hasta el fin del mundo y cuando todos resucitáramos –porque
esa es la gran promesa básica*- pues
los bebitos se nos unían y todos felices como perdices-“.
Claro que no
se le puede pedir peras al olmo; cada quien se desenvuelve desde su propio
nivel de conciencia, y eso tiene que ser así en un mundo donde “el silencio es
enemigo de la democracia” (SMB); gracias a Dios no estamos obligados, en
democracia, a callar, “aun cuando seamos culpables”, dijera Bolívar.
Soledad, dice, o así entendemos, que sólo hay
un cristianismo: el católico.
Creo que está equivocada.
Mi afecto, y mis saludos.
*Subrayado
nuestro.